Se reinventaron tras la pandemia. Comenzaron de forma casera con panificados y ahora reciben pedidos en San Pedro del Ycuamandyyú y zonas aledañas, en un ritmo que crece.
Rosalía Ciciolli
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El inicio intempestivo de la pandemia de Covid-19 y la inmediata cuarentena obligatoria dejó a muchas personas sin trabajo y sin poder llevar ingresos a sus hogares y, por tanto, también empujó a otras tantas a reinventarse e idear actividades que pudieran significarles una ganancia segura para la subsistencia familiar.
Así, casi por obligación, se iniciaron muchos emprendimientos, gran parte de ellos tal vez murieron con el tiempo y con la vuelta a la normalidad, y otros tantos triunfaron y llegaron a crecer tanto hasta trascender las fronteras de su ciudad.
Tal fue el caso de la pareja conformada por Pedro Francisco Gaona y Carolina Chilavert, originarios de la ciudad de San Pedro de Ycuamandyyú, quienes a principios de 2020 quedaron desempleados con la llegada sorpresiva del Covid-19 y casi por accidente empezaron a emprender elaborando recetas caseras de pan de ajo, que se hicieron tan populares entre sus amigos, que saltaron de la cocina familiar a ser vendido por los supermercados de la ciudad.
Fran Gaona ya estaba consustanciado con el emprendedurismo, pues desde pequeño trabajó en la carpintería de su padre y luego, a cumplir los 18, decidió abrir su propio lavadero de autos, que después, cuando se puso de novio con Carolina, administraron en forma conjunta. Les iba bastante bien hasta que llegó el invitado inesperado a la vida de todo el mundo, el Covid-19, y se vieron obligados a cerrar su negocio. Fran tuvo que volver a trabajar a la carpintería de su padre, en donde hacía muebles de palets, para poder sobrevivir. La pareja era adepta al pan de ajo y cierto día que quisieron degustar este alimento tan noble en una comida dominguera, se dieron cuenta de que ya no había en existencia en las panaderías de la capital del segundo departamento, debido a que se habían cerrado las fronteras y el producto se encareció tanto que no se encontraba por ningún lado.
Entonces, a Carolina se le ocurrió elaborar ella misma los panes de ajo y después publicar el paso a paso en las redes sociales, solo por afición. Al ver sus seguidores, se vieron tentados por la tierna textura del pan y lo rico que se veía después de salir del horno. Sus amigos no dudaron en alabar la exquisita imagen que proyectaban en las fotos los tentadores panes de Carolina, por lo que le empezaron a llover pedidos de hasta cinco bolsitas de parte de sus amistades y seguidores. Fue así que empezaron a elaborar el pan, de forma bien artesanal, al principio, para venderlo entre sus amigos, que a su vez viralizaban la información hasta que llegó a oídos de los dueños de uno de los supermercados de la ciudad. Al poco tiempo, el supermercado empezó a hacerles pedidos, pero de mucha mayor cantidad de la que pedían los amigos de la pareja.
Pan de ajo. Ante la lluvia de pedidos, Fran decidió aceptar la oferta de comprar algunas maquinarias de panadería de un tío, que también trabajaba en el rubro y, como él seguía trabajando en la carpintería de su padre, haciendo muebles, decidió dejar de lado ese oficio para dedicarse por entero a elaborar panes de ajo junto con su esposa. Al mismo tiempo, para poder responder a la demanda del supermercado, decidió contratar a un panadero profesional para que les ayudara a elaborar la masa. “Le pedimos al panadero que nos amasara y diera forma a los pancitos, porque esa era la parte más laboriosa”, comenta Fran.
100 kilómetros incluso viajaba Fran para hacer degustar sus productos a los potenciales clientes, según cuenta.
Enormes desafíos
“Emprender es fácil, lo difícil es mantenerse”, afirma Fran Gaona, y agrega que debieron sortear muchos obstáculos desde la dificultad para encontrar apoyo financiero para los emprendedores –más aún si se emprende en el interior del país– hasta dar con el personal idóneo, que tenga ganas de trabajar y de apoyar el emprendimiento como si fuera el suyo. “Pasamos por muchísimas cosas y conseguir empleados preparados, con ganas de trabajar, es lo más difícil de todo”, comenta. UH