La “gran conspiración” contra el Mcal. López: Washburn, Bliss, Masterman y Chapperon De Couverville

Presentamos una lectura de dos libros: El cónsul la guerra y la muerte, de Marco Fano, Intercontinental 2020, investigador italiano, y el libro de Cristóbal Duarte Miltos, compilador del libro: Disputas paraguayas.

edro Gamarra Doldan
Investigador e_juridico_asunció[email protected]

La Guerra de la Triple Alianza (1864-1870), iniciada por el Mariscal Francisco Solano López, entonces presidente del Paraguay (1862/1870), sin tener aliados exteriores ni una política diplomática internacional que supiera prever el Estado de indefinición de límites con Argentina y, sobre todo, con Brasil hacía fácil, que tarde o temprano, el imperio brasileño buscaría por medios militares definir esos diferendos. El Paraguay no tenía diplomáticos en Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, Perú, Colombia.

Solo tenía un ministro con rango de tal en Francia y concurrente a España, Gran Bretaña. Pero este ministro se hallaba lejos sin grandes instrucciones de política internacional, poco podía hacer antes o durante la contienda, que podía preverse desde 1862 en el Río de la Plata.

Sin embargo, en el Paraguay en la lejana Asunción, capital del país con 50.000 habitantes; en esos difíciles años, teníamos ministros del Brasil y EEUU, y cónsules de Italia, Francia, y concurrentes al país, en Buenos Aires, Gran Bretaña, y con rango menor, teníamos presente en Asunción gestores de Portugal y Uruguay.

Es evidente la inferioridad demográfica del Paraguay para medir los tiempos que se veían venir, el Paraguay mediterráneo con 400.000 habitantes, poco significaba frente a Brasil con 10.000.000, Argentina 1.600.000, solo el Uruguay tenía 300.000 habitantes.

La política económica del Paraguay y su rápido crecimiento podía prever que vecinos colindantes con mucha visión o ambición desataran la contienda tarde o temprano.

El Mariscal López por sí o ante sí, precipitó en la mala hora los tiempos bélicos.

Pero el caso viene a más, porque esa política nos colocó inadecuadamente en el rol de agresores, en una época que las comunicaciones empezaban a significar la forma de informar al público y privado desde el inicio bélico de información de fuente nacional, poco podíamos hacer para hacernos conocer en nuestros desvelos; la opinión pública se malquistó con nuestro país, en dónde no se veía al Paraguay, sino a casi un país donde el presidente se habría propiamente autoproclamar Mariscal de sus ejércitos.

Desde 1867, se nota en la visión gubernativa del Paraguay, la presunción de que había una “conspiración” interna, contra la posición oficial del país, que por la forma política (y de guerra), con que nos manejábamos, era en contra del Mariscal López munido del mando supremo.

El paso de la flota brasileña era por Humaitá, principal defensa del río Paraguay, cuyo mantenimiento en manos nacionales imposibilitaba que las “Corazas”, o acorazados brasileños pudieran llegar a la capital del país, es decir, Asunción.

Al llegar la flota brasileña frente a la casi desguarnecida capital, las autoridades residentes propiamente no supieron que hacer, ni siquiera que asumirían realmente, ni que ocurría, al quedar cortado el telégrafo desde hacía unos días desde la fortaleza superada por el hábito incurrido por los gobernados en nuestro país, desde 1814 hasta ese momento, que una sola persona resolvía lo que debía hacerse, (Dr. Francia, Los López). Puestos a tener acción personal, sin instrucciones precisas, la reunión de los “notables” de la capital supo aviso de conspiración o peor aún de traición por parte de los involucrados, para el Mariscal López, aunque los así presumidos eran el vicepresidente Francisco Sánchez, el ministro de relaciones José Berges, Venancio y Benigno López, hermanos del propio presidente y otras personalidades.

Recientemente, se han publicado dos libros sobre la materia El cónsul la guerra y la muerte, de Marco Fano, Intercontinental 2020, investigador italiano, y sobre todo, el libro del Dr. Cristóbal Duarte Miltos, compilador del libro: Disputas paraguayas, una vera y prolífica investigación de esa pretendida conspiración, en las fuentes del Congreso de los Estados Unidos, por los sucesos de 1868, así como las fuentes documentarias del discutido ministro norteamericano en Asunción Charles A. Washburn.

El Dr. Duarte Miltos autor de valiosos libros sobre la Iglesia Católica Paraguaya de (1811 a 2011), revisa aquella no solo en la fuente nacional propia, sino en los archivos del Vaticano, en este caso bélico, se desempeñó con igual habilidad, como se dijo en los archivos del Congreso Americano.

Este libro Dificultades Paraguayas, publicado en el 2022 por la editorial Tiempos de Historia, es valioso.

Estos dos libros, que vienen a sumarse a varios materiales que tratan el tema de esa pretensa conspiración.

Las relaciones del Mariscal López con el ministro americano Washburn hasta 1867 fueron buenas, pero a partir de 1868 y, sobre todo, al negarse este a trasladarse a Luque, declarada nueva capital del país en guerra, tal como lo hicieren los cónsules italiano y francés, volcaron a López a desconfiar de él, y sobre todo al ver los depósitos de bienes de terceros en la misma representación diplomática y desde luego sentirse el ministro americano Washburn el principal (por ser el único) de alto rango residente en el país y considerarse as, dotado a este, dotado de un protagonismo en los tiempos de supuesta conspiración.

Los dos libros que he citado y ponderablemente, más aún la tarea de investigar del Dr. Duarte Miltos, en el congreso norteamericano, donde publica la documentación completa de la fuente del gobierno norteamericano sobre el ministro Washburn, como de Porter Bliss y de Masterman en ello.

El libro de Marco Fano sobre ese tiempo, esas acusaciones y sobre el cónsul de Italia en nuestro país Don Lorenzo Chapperon, acusado de apropiación de depósitos de particulares ante su consulado es denunciado de alguna forma, aunque él no fue acusado por el gobierno, sino por la sociedad paraguaya despojada.

El Cónsul francés De Cuverville, figura ambigua, a veces, amigo del Mariscal López y caído este último, malquerido con él.

“La gran conspiración”, su ya pretendida existencia no ha quedado de forma alguna evidencia, sino expuesta siempre, a que las declaraciones que así la sostenían, eran obtenidas en los Tribunales de Sangre por medio de torturas permitidas por la legislación penal (Tiempos de Guerra), que regían desde el siglo XVII, en toda las Leyes de Indias, en toda su tesitura y aun independientes, a ese tiempo.

El resultado de la conspiración fue un drama creado más en la imaginación sin documentos ciertos que lo avalen.

La muerte de tantos paraguayos y extranjeros hizo mas grave la pérdida de ciudadanos que pudieron servir, en lo que vendría, la reconstrucción del país, tras ese estallido bélico. UH