Procrastinar: “Dejar para mañana lo que puedes hacer hoy”, cómo evitarlo

La procrastinación es una conducta muy común. La buena noticia es que, al ser un hábito aprendido, también se puede desaprender.

El problema comienza cuando caemos en este mal hábito, en consecuencia, aumentamos los tiempos de ejecución y nos alejamos de nuestros objetivos. Ahora, si queremos mejorar la productividad es imprescindible prestar atención a esta conducta y trabajar para evitarla.

El principal disparador de la procrastinación son los sentimientos negativos. Cuando uno se siente estresado, indeciso, sobrepasado o incluso aburrido, es más probable que recurra a esta conducta. Es un mecanismo sencillo, basado en la tendencia natural de las personas a evitar cosas desagradables.

Al respecto, la psicóloga Paola Zapata mencionó en diálogo con HOY/Nación Media, que es común que muchas personas que, a pesar de la importancia de las tareas o trabajos que deben realizar y cuenten con el tiempo suficiente para ejecutarlos, los dejen pasar y eso tiene mucho que ver el tipo de personalidad de cada una.

“Por ejemplo, las personas hiperactivas o con déficit de atención (TDAH) son las que quieren hacer todo, pero dejan las tareas a medias. Están las que no hacen nada por temor a equivocarse, ya sea por inseguridad o miedo y están a las que no les importan si terminan o no. Hay otros factores, pero los más comunes son estos tres”, mencionó la profesional.

En cuanto a las personas con TDAH, indicó que son aquellas que presentan falta de atención, hiperactividad e impulsividad, “especialmente el primer síntoma mencionado es lo que más presentan”, dijo la psicóloga señalando que este factor hace que justamente no terminen lo que empezaron, cayendo a la procrastinación.

“El que tiene TDAH se distrae fácilmente o se olvida de detalles de la rutina diaria, presenta hiperactividad o impulsividad, se mueve nerviosamente y habla mucho. Le resulta difícil quedarse sentado o quieto durante mucho tiempo”, detalló.

Sobre los que tienen miedo o inseguridad, suele ocurrir por los problemas de autoestima y autopercepción que tienen de sí mismos, no se sienten capaces de lograr, de conseguir o de merecer. Llevan en cuenta lo que pueden decir u opinar los demás o de cómo quedarían delante de todos si no logran lo que se proponen, optando por continuar en su zona de confort, afirmó la profesional Zapata.

Y por último, a los que simplemente pareciera que no les importa, sostuvo que depende del nivel de prioridad en que establecen sus líneas de trabajo u obligaciones.

Con todo lo mencionado y, como lo explicó la psicóloga Zapata, existen muchos factores que predisponen a que uno caiga en la procrastinación, sin embargo, es importante resaltar que esa acción se puede revertir.

En tal sentido, a continuación, una serie de estrategias que pueden ayudar a vencer esa “pereza” y así mejorar la productividad.

  1. Establecer objetivos

Cuando los objetivos son poco realistas o no están bien definidos, es más probable que se esté procrastinando. Conocer el motivo que hay detrás de tu esfuerzo, ayudará a vencer la tentación.

A la hora de definir objetivos se debe procurar que sean lo más específico posibles. Los objetivos muy generales o amplios no resultan motivadores. Incluso pueden generar cierto malestar por percibirlos como demasiado lejanos o difíciles de alcanzar.

  1. Organizar el día

Uno de los principales desencadenantes de la procrastinación es tener que decidir cuál es la acción siguiente. No saber qué hacer, genera sentimientos negativos y hace más probable a que se recurra a la procrastinación.

Se debe iniciar las actividades diarias planificadas, para saber siempre cuál es la siguiente tarea. Lo mejor es hacer la planificación el día anterior, para iniciar el día con objetivos claros.

  1. Dividir el trabajo

Si hay un trabajo muy complejo sin saber cómo empezar, es probable que se generen dudas. Este tipo de sentimientos negativos son los que ejercen como disparadores de la procrastinación.

Para evitarlo, la mejor estrategia es dividir el trabajo en tareas pequeñas y sencillas de abordar. Cada parte del trabajo se convierte en una tarea simple que, una vez terminada, genera la sensación de logro y aumenta la motivación.

  1. Eliminar distracciones

¿Cuáles son estas distracciones?

Depende de cada caso, pero hay algunas muy comunes, ya que hoy en día están los celulares que ofrecen redes sociales, internet, videos, música, correo, contactos, juegos, etc.

Al momento de realizar una tarea, lo mejor es tener el teléfono en silencio y fuera del alcance de la vista, pero con la posibilidad de mantenerse disponible para emergencias, evitando las distracciones. Los celulares permiten silenciar de manera selectiva las notificaciones. Lo ideal es tener todo silenciado, excepto las llamadas.

  1. Recompensar el esfuerzo

Tener prevista una recompensa te anima a trabajar de manera más eficaz y productiva. El objetivo es dejar de utilizar estas actividades como justificación para no realizar tu trabajo.

Usar recompensas de este tipo refuerza la sensación de logro. No es lo mismo hacer algo agradable, que hacer algo agradable que te ganaste. Esta satisfacción hará que las siguientes veces te sea más fácil evitar la procrastinación.

  1. Personalizar las estrategias

Si quieres reducir el impacto de este mal hábito, es importante observar el propio comportamiento. No todas las personas procrastinan igual ni sienten debilidad por las mismas actividades. En tal sentido, cada uno debe identificar cuáles son las actividades que utiliza como vía de escape.

La indispensable también para cambiar el mal hábito es la disciplina. “Una persona disciplinada, con estructura de su rutina difícilmente deje las cosas para ‘más tarde’, incluso, a veces adelantan las tareas para evitar contratiempos o inconvenientes”, puntualizó la entrevistada. HOY