Un arca de Noé gigante sirve de vitrina para los creacionistas de EEUU

Un arca de Noé enorme, que alberga figuras articuladas a escala real de ovejas, ciervos y hasta dinosaurios, se ha convertido en un símbolo del creacionismo en Estados Unidos que atrae a multitudes cristianas evangélicas con su puesta en escena y mensajes políticos.


FUENTE: AFP

El parque de atracciones, que se suma a un Museo de la Creación, afirma que Dios creó la Tierra en seis días hacia el año 4000 a.C. y denuncia ferozmente la teoría de la evolución.

Estas creencias, lejos de ser marginales, se inscriben en una sociedad estadounidense en la que algunos ponen en tela de juicio verdades establecidas, incluso sobre la extinción de los dinosaurios hace 65 millones de años.

“Pensamos que una gran mayoría desapareció durante el diluvio”, explica Mark Looy, cofundador del proyecto, al lamentar que “los dinosaurios sean habitualmente utilizados por los evolucionistas para propagar su visión del mundo.”

“¡Pero los recuperamos para contar la verdadera historia!”, explica al lado de un esqueleto de alosaurio en la entrada del Museo de la Creación.

Administrado por la organización Answers in Genesis y financiado por una campaña de donaciones, abrió sus puertas en 2007 en Petersburg, en el este de Kentucky, centro de Estados Unidos.

En 2016, esta poderosa asociación creacionista inauguró en Williamstown, a 70 kilómetros, su arca de Noé de imponentes dimensiones: 150 metros de largo, 15 de alto y 25 de ancho.

Desde entonces, los dos sitios permanecen llenos pese a un costo de entrada combinado de 85 dólares por adulto. En pareja, entre amigos o con niños, los visitantes – más de un millón por año según Looy – acuden desde todo el país para recorrer las exposiciones, pero también para lanzarse de una tirolesa o acariciar a los animales del zoológico.

– Guerra cultural –

La mayoría de los visitantes son creacionistas. “Mi esposo y yo creemos que la Tierra tiene 6.000 años”, explica sencillamente Suzanne Swindle, ejecutiva de 37 años que llegó desde Atlanta para enseñarle a su hija de 4 años que la Biblia “no es solo un cuento”.

Sin embargo, no niega que las especies “se adapten a su entorno”, uno de los pilares de la teoría de la evolución de Darwin.

Del mismo modo, Mike Barrington, exmilitar de 70 años residente en Luisiana, dice ser creacionista, pero agrega: “Esta historia de los dinosaurios es nueva para mí”.

Estas contradicciones se reflejan en los sondeos. Según una encuesta de Gallup de 2019, 40% de los estadounidenses creen que Dios creó el hombre hace menos de 10.000 años.

Pero el instituto Harris hizo preguntas más sutiles y obtuvo una cifra más baja, de alrededor de 15 a 17%, señala Adam Laats, historiador en la Universidad de Binghamton y autor del libro “Creationism USA”.

Para él, esta diferencia se debe a que decirse creacionista en Estados Unidos “va más allá de la religión o de la ciencia: es un marcador de identidad en una guerra cultural mucho más amplia”.

“Alguien podría decir: ‘Supongo que soy creacionista porque no me gusta la pornografía, no quiero el derecho al aborto ni los derechos LGBTQ’”.

Para Laats, décadas de conflicto sobre qué instituciones son confiables en Estados Unidos – desde la justicia y la política hasta la ciencia y los medios -, crearon “ideas radicalmente diferentes sobre la verdad y la realidad”.

– “Anarquía” –

En el museo, un videojuego refleja esta lectura binaria del mundo. Dos campos se enfrentan: “el mundo del Hombre”, asociado al “aborto” o al “matrimonio gay”, y el de “Dios”, el “matrimonio cristiano” y la “vida sagrada”.

Estos temas se encuentran en el corazón de las elecciones de medio mandato del 8 de noviembre, y Laats ve “una correlación entre los creacionistas y los más fervientes trumpistas”.

“Aunque la mayoría de nuestros visitantes son sin duda republicanos”, Looy aclara que no tienen “un estatuto asociativo” ni están “autorizados a respaldar candidatos”. Eso sí, “no huimos de los debates sociales más candentes”, reconoce.

Esta mezcla de géneros entre religión, militancia y diversión también es evidente al salir al Jardín de Edén del museo. Tras deambular por un paisaje bucólico con Adán y Eva, los visitantes llegan a una sala con muros de concreto donde se proyectan fotos en blanco y negro del Holocausto, de drogadictos y de los ataques del 11 de septiembre de 2001.

Para quienes todavía no lo hayan entendido, hay un mensaje escrito en letras gruesas: “El rechazo de Dios corrompe”.

Peggy Mast, septuagenaria de Kansas, está totalmente de acuerdo. Para ella “el caos reina” en Estados Unidos, donde “las personas se entregan a la anarquía con el respaldo del gobierno”.

Es, entonces, “maravilloso tener un lugar que reafirma la palabra de Dios”. HOY