Washington.-El Fondo Monetario Internacional difundió este martes un oscuro pronóstico de la economía mundial para el año próximo y advirtió que “lo peor está por venir”, mientras que para la Argentina proyectó una caída del PBI del 4% a 2% en 2023.
El Fondo reveló su tradicional informe de Perspectivas Económicas Globales (WEO, por sus siglas en inglés) en el marco de la Asamblea anual del organismo y del Banco Mundial que se celebra esta semana en Washington, donde llegan ministros de economía y presidentes de Bancos Centrales de todo el mundo para debatir los temas más urgentes.
Presentado por Pierre-Olivier Gourinchas, consejero económico del FMI, el reporte advierte que “la economía mundial continúa enfrentando grandes desafíos, por los efectos persistentes de tres fuerzas poderosas: la invasión rusa de Ucrania, una crisis de costo de vida causada por presiones inflacionarias persistentes y crecientes, y la desaceleración en China”.
El Fondo proyecta que el crecimiento mundial se mantendrá sin cambios en 2022 respecto de sus cálculos previos, de 3,2%, y se desacelerará a 2,7% en 2023, 0,2 puntos porcentuales menos que el pronóstico de julio. Advierte, además, que hay una probabilidad del 25% de que pueda caer aún por debajo del 2%.
“Más de un tercio de la economía mundial se contraerá en 2023, mientras que las tres economías más grandes, Estados Unidos, la Unión Europea y China, continuarán estancadas. En resumen, lo peor está por venir, y para muchas personas 2023 se sentirá como una recesión”.
La Argentina sigue la tendencia de este fenómeno global, aunque está atada a un programa de US$ 44.000 millones con el organismo, que está en continua supervisión. De hecho, el viernes pasado el directorio ejecutivo aprobó los números del segundo trimestre del año para otorgar un nuevo desembolso. El oscuro panorama mundial agrega incertidumbre a nuestro país, que el año próximo enfrenta un período electoral.
En su reporte anual, el FMI pronosticó que la Argentina crecerá un 4% este año y que el PBI subirá solo un 2% el año que viene. Las cifras están en sintonía con las reveladas la semana pasada por el Banco Mundial y un poco por arriba del promedio del crecimiento de Sudamérica, 3.6% este año y un 1,6% el próximo.
La inflación argentina es la segunda más alta de América latina, luego de Venezuela, y la cuarta en el mundo. Medida a fin de período, estiman que será de un 95% este año y bajará un poco, al 60% en 2023.
El desempleo, mientras tanto, será de 6,9% este año y el que viene, cifras un poco más bajas que en Brasil, Colombia, Paraguay y Uruguay.
En el informe, el Fondo advierte que “la invasión rusa de Ucrania continúa desestabilizando poderosamente la economía global. Más allá de la creciente y sin sentido destrucción de vidas y medios de subsistencia, ha llevado a una grave crisis energética en Europa, que está aumentando drásticamente los costos de vida y obstaculizando la actividad económica”.
El Fondo alertó además que la crisis energética desatada por la guerra en Ucrania “no es un shock transitorio” que afecta particularmente a Europa.
En la conferencia de prensa en la que presentó el informe Gourinchas hizo un duro pronóstico sobre la crisis energética, sobre todo en Europa: dijo que no será «un shock transitorio» y que «el invierno de 2022 será un desafío, pero el invierno de 2023 probablemente será peor”, dijo.
Señalaron que la inflación es una de las mayores preocupaciones de las autoridades. “Las presiones inflacionarias persistentes y crecientes han desencadenado un endurecimiento rápido y sincronizado de las condiciones monetarias, junto con una poderosa apreciación del dólar estadounidense frente a la mayoría de las otras monedas”, señalaron.
“Esperamos que la inflación mundial alcance su punto máximo a fines de 2022, pero que se mantenga elevada durante más tiempo de lo esperado anteriormente, disminuyendo a 4,1 por ciento para 2024”.
También señalan que China se está desacelerando por los frecuentes confinamientos por Covid y por su freno en el mercado inmobiliario y que esto afectará las cadenas de suministro globales y en el comercio y la actividad mundiales.
“El entorno externo ya es muy difícil para muchas economías de mercados emergentes y en desarrollo. La fuerte apreciación del dólar estadounidense se suma significativamente a las presiones internas sobre los precios y a la crisis del costo de vida para estos países. Las corrientes de capital no se han recuperado y muchas economías de bajos ingresos y en desarrollo siguen en dificultades de endeudamiento”.
“El aumento de las presiones sobre los precios sigue siendo la amenaza más inmediata para la prosperidad actual y futura al exprimir los ingresos reales y socavar la estabilidad macroeconómica”.
Además, advierten que “los controles de precios, los subsidios no focalizados o las prohibiciones de exportación son fiscalmente costosos y conducen a un exceso de demanda, falta de oferta, mala asignación, racionamiento y primas del mercado negro. La historia nos enseña que rara vez funcionan. En cambio, la política fiscal debería apuntar a proteger a los más vulnerables a través de transferencias específicas y temporales”.Télam.