El héroe máximo de nuestra nacionalidad, nace el 24 de julio de 1827 en Manorá, Asunción. Fueron sus padres Don Carlos Antonio López, primer presidente constitucional de la república del Paraguay, y doña Juana Pabla Carrillo de López, miembros de una aristocrática familia paraguaya. Francisco era el mayor de cinco hermanos: Inocencia, Venancio, Rafaela y Benigno.
Realizó sus primeros estudios con el maestro argentino Juan Pedro Escalada, y más tarde con el jesuita Bernardo Parés.
Desde muy joven fue un consagrado jinete. Además de hablar el idioma guaraní también hablaba español, francés, inglés, portugués y latín y el dialecto irlandés.
A muy temprana edad ingresó al ejército, siendo nombrado Capitán en el 1844, poco antes de cumplir sus 17 años de edad.
Un año después ya ostentaba el grado de coronel y en diciembre de 1845, cuando las relaciones diplomáticas con la Argentina estaban en conflicto, el presidente Carlos A. López, pone a su hijo al frente del Ejército Paraguayo.
Con el grado de Brigadier General, fue nombrado General en jefe del Ejército Paraguayo.
Fue justamente en ese año, diciembre de 1845, en Pilar, donde Solano López recibió el pabellón nacional y realizó su primer juramento de: “jamás caerá de mis manos esta insignia sagrada de la patria”.
En su carácter de ministro plenipotenciario en el año 1853 viaja con destino a Europa a fin de establecer relaciones diplomáticas con las potencias de viejo continente.
Su misión era también buscar el reconocimiento del Paraguay como país libre e independiente. En ese viaje conoce a Alicia Lynch, quien más tarde se constituiría en su compañera y madre de sus hijos.
En el año 1859, don Carlos Antonio López designa a Francisco Solano López como ministro mediador ante la Confederación Argentina y el gobierno de Buenos Aires.
A tal efecto el parte de Asunción, el 27 de setiembre del mismo año llega a Paraná donde el 5 de octubre se reúne con el general Justo José de Urquiza, posteriormente el 13 de octubre llega Buenos Aires donde se reúne con el General Bartolomé Mitre y luego de tres semanas de arduas negociaciones, consigue que ambos bandos, que estaban enfrentados, cedieran y suscribieran un convenio de paz.
Ese convenio es conocido como el “Pacto de San José de Flores”. El 10 de setiembre de 1862 fallece Don Carlos Antonio López, y tras la muerte de su padre, Solano López asume la primera magistratura.
En 1864 se inicia el conflicto de la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay y ya en el año 1865, el Congreso Paraguayo lo nombra Mariscal de los Ejércitos y en aquella ocasión nuevamente juró diciendo: “Juro defender a costa de mi vida”, cuando le entregaron el Pabellón Nacional.
Durante la Campaña de la Cordillera, estando en su Noveno Puesto de Comando, en Azcurra, en junio de 1869, escribe una carta a su hijo Emiliano, quien se encontraba en los Estados Unidos.
En una parte de su escrito señalaba: “si la patria se salva, todo estará salvado, más si ella cae yo caeré con ella y entonces tu hijo querido serás, como te lo he dicho antes, el sostén de tus tiernos hermanitos y que deberás cuidarlos, aunque sea labrando la tierra”.
Es así que llega el 1 de marzo de 1870, donde es asesinado el presidente de la república del Paraguay.
En víspera de aquella batalla, había pronunciado su proclama diciendo: “Si los restos de mi ejército me han seguido hasta este final momento es que sabían que yo su jefe sucumbiría con el último de ellos en este mi último campo de batalla.
El vencedor no es el que queda con vida en el campo de batalla, sino el que muere por una causa bella.
Seremos vilipendiados por una generación surgida del desastre y que llevará la derrota en el alma y en la sangre como un veneno, el odio del vencedor.
Pero vendrán otras generaciones que nos harán justicia, aclamando la grandeza de nuestra inmolación.
Yo seré más encarnecido que vosotros, seré puesto fuera de la Ley de Dios y de los hombres y se me hundirá bajo el peso de montaña de ignominia.
Pero llegará mi día y surgiré de los abismos de la calumnia para ir creciendo a los ojos de la posteridad, para ser lo que necesariamente tendré que ser en la página de la historia”. Aquella proclama fue premonitoria.
Es así que el Primer Triunvirato, encabezado por Cirilo Antonio Rivarola, sacó un Decreto Ley poniéndole al Mariscal fuera de la ley de Dios y de los hombres, considerado como el enemigo de la raza humana. Pero en el año 1936, durante el gobierno del coronel Rafael Franco, fue reivindicado el nombre del Mariscal y fue elevado a héroe máximo de la nacionalidad paraguaya.
Y sus restos fueron trasladados al Panteón Nacional de los héroes, siendo el primer héroe en ocupar ese sitio sagrado de la patria. /MDN/