Un 27 de abril de 1925, una facción Revolucionaria Brasileña invade el Departamento de Encarnación (Que abarcaba los actuales Departamentos de Itapua y Alto Paraná).
En 1925, durante el Gobierno de Eligio Ayala, cerca de 1.500 guerrilleros brasileños, componentes de la famosa Columna Prestes, invadieron el Paraguay, huyendo de las tropas gubernamentales, y se desplazaron por el territorio nacional durante 5 días. Ingresaron cruzando el río Paraná por Puerto Adela, a 80 kilómetros al sur de la actual Salto del Guairá, y casi se enfrentaron a tiros con los militares del destacamento militar paraguayo, hasta conseguir rendirlos. Fue una titánica odisea por los montes de lo que hoy es Canindeyú, arrastrando pesadas piezas de artillería con carretas y caballos, hasta cruzar de nuevo al Mato Grosso por donde hoy queda Corpus Christi. Esta es la historia de esa aventura armada, casi desconocida en nuestro medio.
El grito de alarma del centinela rompió la aparente tranquilidad del destacamento militar de Puerto Adela.
—¡Muchos hombres armados vienen cruzando el río en un barco, de hacia el Brasil…! —ex -eclamó el guardia.
Era la mañana del lunes 27 de abril de 1925. Puerto Adela, último embarcadero de yerba mate y madera en el tramo navegable del río Paraná, antes de los Saltos del Guairá, era entonces una aldea perdida entre los montes del Alto Paraná, a unos 80 kilómetros al sur de la actual capital de Canindeyú.
Fue el lugar elegido por el general Miguel Costa Mendes y el capitán Luis Carlos Prestes, jefes del gran movimiento guerrillero brasileño, históricamente conocido como “Columna Prestes”, para atravesar la frontera con cerca de 1.500 hombres, caballos y armas, invadiendo temporalmente el Paraguay, en un intento por huir de las tropas gubernistas que los perseguían.
Aunque ya había otros antecedentes de revueltas, la guerrilla brasileña conocida inicialmente como “Tenentismo” se inició el 5 de julio de 1924, cuando un grupo de jóvenes tenientes del Ejército brasileño tomó por asalto varios cuarteles de São Paulo, en protesta contra los abusos de la “vieja República”, representada por el presidente Artur Da Silva Bernardes.
Con apoyo de la población civil, especialmente de inmigrantes europeos, los sublevados resistieron 22 días un intenso bombardeo aéreo y terrestre, hasta que abandonaron la capital para iniciar una “guerra móvil”, uniéndose meses después en Foz de Yguazú (frontera con Argentina y Paraguay) a otro grupo de guerrilleros de Río Grande do Sul, iniciando “la saga de la columna Prestes”, una larga marcha que los llevó a recorrer más de 36 mil kilómetros durante dos años, por 12 estados del Brasil, ocupando regiones con constantes enfrentamientos, además de adentrarse en territorios de Paraguay y Bolivia.
La “invasión pacífica” del Paraguay
A inicios de 1925, la Columna Prestes intentó cruzar el río Paraná hacia el Mato Grosso por la ciudad de Guaíra (frente a la actual Salto del Guairá), pero una movilización de tropas gubernamentales les cortó camino.
El domingo 26 de abril de 1925, en la ocupada ciudad fronteriza brasileña de Porto Mendes, el general Miguel Costa, del Comando de la Primera División Revolucionaria, redactó el Boletín Número 7, en el que resuelve “entrar en territorio extranjero, armado, y proseguir por allí la marcha en dirección al Mato Grosso”.
En la justificación, el líder revolucionario señala: “Ninguna otra salida existe para nuestra internación en territorio patrio, para proseguir la lucha que sustentamos desde hace meses por la causa de la libertad brasileña, más que la franja del territorio paraguayo”.
“Ninguna intención de hostilidad motiva, en esta hora solemnísima, a los defensores de la libertad brasileña, contra sus hermanos de la vecina República del Paraguay”, aclara en la resolución.
Las autoridades militares paraguayas, sin embargo, no aceptaron el cruce fronterizo de los guerrilleros como una pacífica visita, según relata el periodista y escritor brasileño Domingo Meirelles, en su libro A noite das grandes fogueiras: Uma historia de Coluna Prestes.
En la mañana del 27 de abril, a bordo de la embarcación Assis Brasil, que los revolucionarios habían construido en Foz de Yguazú, un primer grupo armado cruzó el río para tomar por asalto el vapor Bell, atracado en Puerto Adela, perteneciente a la flota fluvial del terrateniente Domingo Barthe, el cual pensaban utilizar también para cruzar el resto de las tropas y equipos, en varios viajes.
“El comandante de la guarnición paraguaya de Puerto Adela, un capitán petiso y gordito, percibe la intención de los rebeldes y ordena que sus hombres tomen posición de ataque contra los invasores”, narra Domingo Meirelles.
El líder guerrillero João Alberto, al frente del primer grupo de asalto, encara al jefe militar paraguayo, cuyo nombre no quedó registrado. “El oficial ordena a los gritos que los rebeldes vuelvan al lado brasileño. Aun con superioridad y armas, João Alberto reconoce que será extremadamente difícil conquistar Puerto Adela, debido a sus altas barrancas. Con 50 soldados apuntando sus armas para los invasores, el oficial paraguayo insiste en que se entreguen, hasta que, luego de algunos minutos de duda, decide negociar”, relata el autor brasileño.
Los guerrilleros explican que solo quieren subir por territorio paraguayo hasta Mato Grosso. “El alto comando estaba dispuesto a darle por escrito todas las garantías que exigiesen, liberándolo de cualquier responsabilidad por no resistirse a la invasión, ante la superioridad de las fuerzas rebeldes. La negociación se prolongó en un clima de gran tensión”, relata Meirelles.
Cuando el jefe guerrillero ya había decidido usar la fuerza para tratar de doblegar a los paraguayos, el capitán finalmente se rinde y accede a que los guerrilleros ingresen al Paraguay.
Odisea guerrillera por el Alto Paraná
“Las tropas llevan 72 horas para cruzar el río Paraná. El Bell y el Assis Brasil transportan día y noche cerca de 1.500 hombres, más de 60 caballos, barracas de campaña, víveres, municiones y todo el material bélico, que incluye una batería de artillería de 75 milímetros”, relata Domingo Meirelles.
La mayor dificultad para la travesía son los pesados cañones, que deben ser alzados desde los barcos hasta lo alto de la barranca de más de 100 metros de altura, atados con cabos de acero tirados por centenas de soldados.
Un grupo de militares paraguayos los escolta luego en una penosa y larga travesía de 125 kilómetros, hasta la frontera seca, en la zona donde hoy están las ciudades de Corpus Christi y Pindoty Porã.
“Los cañones, arrastrados por parejas de bueyes, a través de ríos y terrenos pantanosos, solo consiguen librarse de los atolladeros con la ayuda de animales del Escuadrón de Caballería. Son cinco días en que la columna revolucionaria se mueve por territorio paraguayo con extrema lentitud”, destaca Meirelles.
En la época, el Paraguay estaba gobernado por el presidente Eligio Ayala. La larga rebelión brasileña de la Columna Prestes estaba recién comenzando, y la leyenda de Luis Carlos Prestes, llamado “El Caballero de la Esperanza”, empezaba a escribirse.
Fuente; Andrés Colmán Gutiérrez
(Publicado en El Correo Semanal de Última Hora, edición del sábado 19 de mayo de 2012).