MÉXICO. Científicos mexicanos investigan la capacidad de la proteína GDF11 para suprimir los tumores de cáncer de hígado, la cual además se ha visto que también tiene aplicaciones metabólicas y cardiacas.
EFE01 DE ENERO DE 2020 –
Mediante un comunicado, el investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Arturo Simoni Nieves explicó que se han realizado diversas indagaciones en torno al estudio de cáncer de hígado, en el cual han empleado células tratadas con GDF11 y otras que no fueron tratadas con dicha proteína. De acuerdo con los experimentos realizados en modelos animales, el grupo de expertos pudo ver que esta proteína “abate la proliferación exacerbada de las células cancerosas”.
Posteriormente hicieron un ensayo de migración en platos de cultivo y tras 72 horas, vieron que la células que no fueron tratadas con GDF11 migraron, proliferaron y repararon el daño al tumor “lo que no hicieron las células tratadas con la proteína”. Esto muestra que “cuando tratamos a las células con GDF11 a 72 horas, empieza a haber una disminución en estas proteínas, o sea que su ciclo celular está abatido”, expuso el investigador.
Simoni Nieves explicó que luego de hacer una secuenciación de RNA también se observó cómo el perfil transcriptónico de las células tratadas y no tratadas con GDF11, cambia completamente en los dos grupos cuando los genes están sobre expresados, “pero cuando les ponemos esa proteína se reprimen y viceversa”. Además, en el análisis de estos genes, aseguró, se percataron que el primer proceso que se ve afectado es el metabólico relacionado con el colesterol. Al respecto se planteó la pregunta de si realmente el GDF11 disminuye los niveles de colesterol en la célula “y vimos que sí: cuando los tratamos con la proteína disminuyen en comparación con los no tratados”, admitió.
El resultado se corroboró no sólo para colesterol, sino para lípidos en general, que una vez cuantificados se observó una disminución cuando se trataron con GDF11. El investigador concluyó que los niveles de colesterol están íntimamente relacionados con la progresión tumoral: entre más colesterol tenemos más progresión y, por tanto, un tumor más agresivo.
El experto explicó que debido a sus funciones, el hígado es susceptible de sufrir diferentes tipos de daño, por la ingesta de alcohol, drogas, infecciones A, B o C de hepatitis, así como por la excesiva ingesta de lípidos. En la historia natural de la enfermedad hepática, el órgano pasa a una esteatosis –acumulación de lípidos en el órgano– simple cuando sufre alguna agresión y se acumula 5% de lípidos en una célula hepática. Pero si el daño avanza y se complementa con un componente inflamatorio desemboca en esteatohepatisis, relacionada a casos más graves, como cirrosis o cáncer hepático.
Este proceso, conocido como enfermedad del hígado graso no alcohólico, es causado por la alta ingesta de comida alta en grasas y carbohidratos. El colesterol tiene una cara buena y representa vida, porque es un lípido policíclico cuyas principales funciones se encuentran en la regulación de las membranas plasmáticas. También es un precursor de hormonas y de sales biliares que sirven para la absorción de nutrientes y es fundamental para la movilización de otros lípidos como las lipoproteínas, que a su vez se encargan de llevar nutrientes al cerebro y a muchos otros órganos.
Sin embargo, aunque este lípido es fundamental para la vida, tiene una parte oscura, pues también es fundamental para el cáncer, ya que este tiene diferentes alteraciones tanto a niveles genéticos como inflamaciones.