El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés), estima que el stock porcino de China, como mínimo, se reducirá 13% en 2019 debido a la “fiebre porcina africana”; y esto implica una caída del 5% en la producción (51,4 millones de toneladas), que los consumidores no tendrán este año.
China debería aumentar 33% sus importaciones de carne de cerdo en 2019, o compensar con otras carnes (ante todo la vacuna) esta extraordinaria disminución productiva.
El dato crucial es que hasta ahora se han perdido 91 millones de “cerdas madres”; y si el número de pérdidas crece 30% o 50% este año (altamente probable) el derrumbe del stock podría duplicarse.
USDA señala que el impacto de la fiebre ha sido mayor en las grandes unidades productivas que cuentan con stocks de 5 millones a 10 millones de cabezas, y que no tienen como compensar de inmediato las pérdidas experimentadas.
La carne vacuna es el sustituto directo de la porcina; y este año (antes de la crisis) se proyectaba que el consumo de carne vacuna ascendería a 8,3 millones de toneladas. Hay que aumentar 1,8 millones a 2 millones de toneladas las compras de estas carnes, sólo para cubrir un alza de 20% en las compras al exterior.
Hay que agregar que hacia fin de año habría una demanda adicional de 500.000 a 800.000 toneladas de carne vacuna; y esto –indica USDA ominosamente- crearía necesariamente una crisis de abastecimiento de magnitud global, con precios internacionales que se dispararían más allá de todas las previsiones.
Surge la pregunta de siempre: ¿”Quién puede abastecer a China en situaciones de demanda récord y precios estratosféricos”? (Lester Brown). La fiebre porcina se desató en agosto del año pasado y proviene de Georgia, en el Cáucaso, donde estalló en 2007 el primer foco. En la República Popular ya son 124 los focos, y se presentan en todas las provincias, con la excepción de la Isla de Hainan.
La principal consultora de la República Popular –Gavekal Dragonomics- afirma que resolver la crisis puede llevar hasta 10 años; y que esto obliga a China a multiplicar el esfuerzo de diversificación de sus proveedores, lo que se traduce en una mudanza estructural sin precedentes en el sistema productivo mundial.
Fuente: Clarin